En esta ocasión volvimos a la zona del Burdindogui a terminar una ruta que quisimos hacer hace tiempo pero que por la nieve no nos dio tiempo a completar. Se trata de visitar las cimas bastante poco conocidas del Apordoqui y el Urdanaz, un espléndido balcón hacia el valle de la Ulzama. Por desgracia el día no estaba muy limpio y no pudimos disfrutar del todo de las espléndidas vistas, pero bueno, ya volveremos un día más claro.
La ruta nos llevó también a la ermita del santo Cristo de Burdindogui, uno de esos lugares con un encanto especial, en medio de un tupido bosque de hayas.
Datos prácticos de la ruta
Fecha: 27 de febrero de 2012.
Cimas: Acimendi [Azimendi, Acimendia] (1008 m.), Apordoqui [Apordoki, Apordogi] (1082 m.), Urdanaz (1125 m.) y Burdindogui [Burdindogi] (1248 m.).
Punto de Partida: Iragui [Iragi].
Tipo de ruta: Circular.
Distancia recorrida: 13,6 km.
Desnivel aproximado acumulado: Unos 750 m.
Tiempo aproximado sin paradas y a un ritmo tranquilo pero constante: Alrededor de 4 h.
- Iragui - Puerto Egozkue: 30 min.
- Pto. Egozkue - Apordoqui: 1 h.
- Apordoqui - Urdanaz S: 20 min.
- Urdanaz N. - Ermita del Santo Cristo de Burdindogui: 45 min.
- Ermita Burdindogui - Iragui: 1 h. 15 min.
Aquí podéis descargar el archivo kml para visualizarlo en Google Earth directamente.
El perfil altimétrico y la distancia.
El track (creado con Oruxmaps) en wikiloc.
Descripción del recorrido:
Dejamos el coche en el pequeño pueblo de Iragui.
Bajamos por el camino del cementerio y, en la primera curva de herradura que encontramos hacia la izquierda, enlazamos con el arranque del camino que nos llevará hasta el puerto de Egozkue [Egozcue].
Puerto de Egozkue, de donde salimos la otra vez que vinimos.
Aquí tomamos el amplio camino que va ascendiendo hacia el Acimendi (1008 m.), girando poco a poco a la derecha.
Al llegar a lo alto de una cuesta aparece ante nosotros una bonita vista de Eugui con su embalse.
Seguimos subiendo hasta llegar al cordal, donde atravesaremos una alambrada caída. Dejando el camino y siguiéndola nos plantamos en la discreta cima de Acimendi (1008 m.), sin vistas a causa del arbolado.
Siguiendo más o menos la alambrada descendemos por en medio del bosque limpio de hayas hacia el collado de Usator (951 m.), donde enlazaremos de nuevo con el camino que habíamos seguido hasta la alambrada caída.
Continuamos por el camino que vuelve a subir un poco y a bajar a otro pequeño collado donde hay una balsa.
Se acaba el bosque por nuestra izquierda, y allí abandonamos el camino (que continúa hacia el norte bajo las faldas del Urdanaz) y buscamos algún arranque de senda por entre el brezo, a nuestra izquierda. Avanzamos ascendiendo poco a poco, más o menos en dirección oeste y virando poco a poco hacia el norte, hasta que aparece ante nosotros la bonita cima del Apordoqui.
Es importante dar con unas ruinas junto a un pequeño grupo de arbolitos, en un pequeño hombro de la montaña, ya que de su derecha arranca una senda que nos llevará cómodamente entre los mares de brezo y tojo hasta el collado que une Apordoqui con Urdanaz. Se trata de este lugar:
Continuamos avanzando por el sendero disfrutando de las vistas que poco a poco vamos teniendo de la Ulzama.
En cuanto entramos en el bosque es mucho más sencillo avanzar, pues desaparece la vegetación baja. No hemos de hacer más que seguir el cordal hacia la izquierda, hasta alcanzar la cima.
La cima está bastante cubierta de árboles, pero hay bonitas vistas entre las ramas y justo antes de alcanzar el punto más alto.
Después de estar aquí un buen rato disfrutando del entorno, volvemos por donde hemos subido, al collado que nos separa del Urdanaz.
Ahora subiremos por en medio del bosque procurando no salir (pues fuera hay mucha vegetación baja que dificulta el avance), y pronto nos plantamos en la cima del Urdanaz, a la que se accede trepando entre pedruscos. Algo muy sencillo.
Esta montaña es como una mesetilla con dos prominencias al norte y al sur. Así que bajamos de esta cima y recorremos la meseta cimera hacia la otra cima, que es la que tiene vistas.
La cima norte. El buzón está en la otra, pero ésta tiene mejores vistas.
De allí hemos subido.
Unas fotos más y bajaremos hacia el collado de Azegi o Karaton, que nos separa del Burdindogui.
El descenso hacia el collado es por en medio de toda la vegetación. Es brezo, así que no pincha y no cuesta mucho abrirse paso.
Y como antes, al llegar al bosque el problema desaparece.
En el collado nos encontramos con el camino que abandonamos al dirigirnos al Apordoqui y con una pista que sube desde Arizu. De aquí sale también el camino que sube al Burdindogui, por donde iremos a continuación. Si quisiéramos bajar directamente a Iragui desde aquí, podríamos hacerlo por la pista que sale en seguida a nuestra derecha, a los pocos metros de empezar a subir al Burdindogui.
Y en unos 25 min. nos plantamos en la ermita del santo cristo de Burdindogui. El viento se había calmado, las nubes se habían abierto y el solecete calentaba que daba gusto, así que aquí nos quedamos a comer, en la gloria!
La ermita por dentro...
... y por fuera.
Después de comer emprendemos el descenso hacia Iragui, por el camino que baja desde aquí. A la cima no nos acercamos (aunque está muy cerca) porque ya la conocíamos y tampoco tiene vistas...
Avanzamos por el bosque en dirección SE, como si nos dirigiéramos al collado que nos separa del Goitean.
A la altura de unas grandes rocas que hay a la derecha, en la linde del bosque, encontraremos el arranque del camino que nos bajará hacia la pista principal que va a Iragui.
Bajando nos encontraremos con el cruce de un atajo que baja desde una curva muy cerrada de la pista por la que hemos subido antes a la ermita.
Agua por todas partes.
Más adelante enlazamos con otro cruce que baja desde nuestra izquierda. Nosotros seguimos bajando por la derecha.
Y en seguida enlazamos por fin con la pista principal, que podríamos haber tomado directamente desde el collado de Azegi.
Desde aquí ya no tenemos más que seguir la pista hasta llegar de nuevo a Iragui.
El cementerio.
Campos al atardecer.
Y de nuevo en el pueblo.
Una zona que no me canso de recorrer, y que en cada estación tiene su encanto propio.
Saludos.
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