Panorámicas de Toledo desde El Valle

Estos últimos meses he estado un par de veces por la tierra natal y aproveché para hacer distintas fotos de mi ciudad desde El Valle, como se conoce a la zona que rodea la ciudad por el este, el sur y el oeste.

Hay una zona de El Valle, justo al sur de la ciudad, entre el Arroyo de la Degollada y la carretera de Cobisa, en la que hay un conjunto de pequeños cerretes de rocas de granito, como restos amontonados de piedras enormes. El más conocido es el de la Peña del Rey Moro, pero hay algunos más un poco más al sur.

Aquí dejo algunas de las fotos que he sacado desde esos cerretes, teniendo cada uno su propia perspectiva, todas parcidas pero distintas. Espero que os gusten.


La primera tanda de fotos es del 12 de agosto de 2009. Subí a media mañana a la Peña del Rey Moro, sobre la ermita de Nuestra Señora del Valle, y luego visité otros dos cerretes cercanos.
En los mapas que pongo a continuación, indico en rojo el camino seguido hasta cada cerrete.

Primero veremos las tomas desde la Peña del Rey Moro (568 m.).

Llegando a lo alto de la Peña, podemos disfrutar de bonitas vistas de la ciudad entre las rocas de granito y las encinas...

Ésta es la panorámica de Toledo que tenemos desde lo alto de la Peña del Rey Moro, a la que se accede por unos escalones de hierro clavados en la vertiente oriental de la peña.

La curiosa roca que se ve debajo es, propiamente, la Peña del Rey Moro, pues crea una curiosa forma de cabeza mirada desde detrás. De todos modos, los toledanos suelen llamar Peña del Rey Moro a todo este cerrete rocoso.

Algunos edificios característicos vistos desde aquí:

El Alcázar, mandado construir por Carlos V, que recientemente ha estrenado una nueva iluminación tras largos años a oscuras.

La Catedral gótica, Dives Toletana, empezada a construir el año 1226.

La iglesia de los Jesuitas con su imponente cúpula, única de estas características en Toledo.

Y el conjunto formado por el ex-convento de San Marcos, hoy Centro Cultural; el ex-monasterio de San Pedro Mártir, hoy universidad de Castilla-La Mancha; y la torre de la iglesia de San Román, hoy Museo de los Concilios (cultura visigótica).

Después de un rato aquí, bajé hacia un cerro más alto que hay justo al sur de la Peña del Rey Moro. Este segundo cerro tiene una altura de 581 m.

Lo primero que llama la atención desde esta altura es que abarcamos en un solo vistazo los dos puentes medievales de Toledo, cosa poco común desde las perspectivas más habituales:

El Puente de San Martín, del s. XIV.

Y el Puente de Alcántara, de orígen romano y posterior reconstrucción árabe.

En esta panorámica más general desde esta altura, he puesto algunos nombres de los principales monumentos que se ven, para poder identificarlos.



De aquí bajé al camino principal que lleva a una granja, que me separaba del tercer cerrete al que quería subir ese día, una elevación de 599 m. de altura que hay sobre el Parador Nacional.

Desde el camino que nos separa de este tercer cerrete, camino que baja siguiendo una vaguada natural entre ambas alturas, podemos contemplar estas vistas de la ciudad entre las matas de retama, las rocas y alguna encina.

Ya en lo alto del tercer cerro que visité ese día tenemos esta perspectiva de la ciudad, con el parador bajo nuestros pies.

Mirando un poco más hacia nuestra derecha, podemos ver los campos que van hacia el sur, repletos de encinas y olivares. Toda esta zona es conocida como La Sisla y hoy es terreno militar, algo peligroso de recorrer fuera de los caminos, pues hay abandonadas minas sin estallar. De hecho, creo recordar que el acceso por allí está prohibido.

Con un poco más de zoom podemos apreciar lo apiñado del caserío toledano desde aquí.

En esa ocasión no tenía más tiempo y acabé allí el paseo, pero el pasado 30 de octubre, aprovechando otra visita, fui a ver amanecer desde el resto de cerretes que me quedaban por visitar. Dejé el coche en una curva cerrada que hay tras cruzar el puente del arroyo de la Degollada y tomé un sendero que nace de allí mismo.

Subí directamente hacia una pequeña elevación con unas ruinas para sacar allí mis primeras fotos. Mientras subí el sol, algo velado por unas nubecillas, empezaba a rozar con sus rayos los edificios de la ciudad.

Desde las ruinas pude gozar de estas bonitas vistas. Habrá que volver un día más limpio en que la luz sea más intensa aún.

Desde allí continué el camino hacia mi principal objetivo de esa mañana, la altura más alta de este pequeño sector: el cuarto cerrete que visitaba, de 611 m. de altura.

Antes de volverme hacia Toledo, llamó mi atención lo bonito del lugar, cubierto de hierba verde (no muy normal por aquí) con unas extensas vistas de los campos que ascienden progresivamente hacia la Sierra de Nambroca, al sur de la ciudad, llenos de olivares, encinas y retamas.

Éstas son las vistas de Toledo desde esta elevación, con la Peña del Rey Moro a nuestra izquierda:

Las encinas permiten hacer bonitas composiciones fotográficas...

Un poco más de detalle del Alcázar desde aquí:

Tras estar bastante rato allí (se estaba fenomenal) me dirigí hacia el último cerrete que me faltaba por subir, un poco más lioso de rocas y vegetación que los otros, pero nada problemático. Este quinto cerrete (596 m.) cae casi a pique hacia el barranco de la Degollada en su ladera oriental, siendo por ello, de todos estos cerretes, el que te da más la impresión de estar en un alto.

Éstas son las vistas desde lo más alto de este peñasco.

El Alcázar:

La Catedral:

Como me llamaron de casa a ver si bajaba a desayunar emprendí el descenso, pero antes de ir de nuevo a coche hice una última parada en un conjunto de rocas que hay al borde de una pequeña planicie, antes de bajar en fuerte pendiente de nuevo hacia donde dejé el coche.

Esta zona está repleta de encinas que, con la luz del amanecer, tenían un brillo precioso.

Toledo se va ocultando a nuestros ojos según bajamos del cerro en que estábamos...

... y según asciendes a estas peñas, la ciudad empieza a aparecer de nuevo ante tí.

Esta es la vista de Toledo desde este último sitial.

Un detalle de la iglesia mozárabe de San Lucas. Desde esta perspectiva las rocas parecen llegar a sus muros, pero es un efecto óptico pues esas peñas son del Cerro del Bú (donde existen unas excavaciones abandonadas y una y mil veces expoliadas de castros celtíberos), y entre este cerro y la iglesia está el profundo río Tajo.

Así que, tras este paseo matutino emprendí el descenso hacia el coche, y mientras bajaba, un asustadizo zorro salió escopetado delante de mi. Había visto ya por aquí muchos conejos y perdices, pero este era el primer zorro que veía en El Valle y me hizo ilusión contemplarlo.

Con estas vistas de bajada me despido de esta excursión toledana, hasta que vuelva otro día y vaya a recorrer la zona de la Ermita de San Jerónimo...

Espero que hayáis disfrutado con las fotos de este paseo toledano.